sábado, 6 de noviembre de 2010

La lucha II

Y tengo el estómago encogido y la espalda tensa. Mi universo gira y gira y no sé donde sujetarme y parar esta rueda de la que no me puedo bajar. Y necesito descansar, darme cuenta que todo está bien, o no, o darme cuenta que todo está mal pero me da igual. La vida es incontrolable y cuanto más abro los brazos para sujetarla más se revuelve, se escabulle y más lecciones me da sobre la humildad. La vida es más grande, más sabia y seguro que más justa de lo que cada individuo nos creemos ser  y así nos va, con estos aires de grandeza. Mi  poder mínimo que quiere poder con todo, que quiere controlarlo todo y que todo sea a mi antojo. Caprichos de niña tonta que te van comiendo por dentro, controlar lo de fuera para sedar lo de dentro. Y la vida vuelve a sonreirte irónicamente, a recordarte que ella es más fuerte y que ese no es el camino. El camino se recorre por dentro y no hacia fuera, el de fuera en realidad es inútil, por mucho que nos empeñemos, engañemos y persistamos.La vida es grande, sabia y justa y a nosotr@s sólo nos queda rendirnos.

martes, 12 de octubre de 2010

La lucha



Y sus mañanas siempre amanecían grises, envueltas en calorcito caliente pero triste, mañanas de encuentro y soledad, de intimidad y anhelos. Uno de sus profundos anhelos era dejar de anhelar, dejar de esperar, y a la vez esperar era la única salida. Dejar de esperar era renunciar y él había sido entrenado para luchar. Quizás en este caso no era la salida sino la entrada, la lucha significaba la falta de paz y la paz andaba a la vuelta de la esquina. Era cuestión de soltar, de dejarse caer, de sucumbir a lo que sentía, pero no podía. Aquello que sentía era demasiado para él, dejarse hacer era traicionar su estabilidad y en realidad la paz le asustaba más que la guerra. En la guerra siempre estaba preparado para defenderse, atacar si era necesario, pero en la paz no había razones para las armas, las corazas ni las barreras. En la paz no había donde esconderse, donde ocultar sus pesares, la paz se le antojaba demasiado dolorosa para ser una opción saludable. Dejar de luchar era su sueño y para alcanzarlo luchaba sin cesar.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Las mujeres de mi vida


(foto de mi abuela isabel con gafas 3d, se me deja hacer cualquier cosina)


Me apetece escribir sobre mujeres, pero es difícil no caer en el típico texto alegato feminista que todos conocemos y que en realidad ya no cala. Quizás, el único posible antídoto que se me ocurre así a bote pronto sea escribir desde el corazón, dejarme llevar sin planificar y permitir que los sentimientos vayan invadiendo mis espacios y quizás los vuestros.
Hace años leí en un libro cuyo título a priori me crispaba “Malas”. Carmen Alborch hacía un análisis sobre el comportamiento de las mujeres y su relación con la sociedad. En este contexto explicaba como durante mucho tiempos a las mujeres se veían obligadas a competir una con otras para poder seducir a los hombres , si bien éstos eran su único medio de ganarse la vida y conseguir casarse con uno muy solvente o de clase más alta era considerado un triunfo social. Esta reflexión me conmovió profundamente, eso es algo que hemos estado viendo toda la vida, pero así escrito parece que impacta más. Eso explica muchas cosas, muchos estereotipos, muchas presiones, muchos dolores y a la vez desata en mi un fuerte sentimiento de ternura, acogimiento y de protección hacia otras mujeres. Joder chicas, vaya mochila con la que nos ha tocado viajar. Quitarse toda esta mierda nos va a llevar un par de generaciones como mínimo. Tan fácil y tan difícil al mismo tiempo. Tan fácil porque es simplemente un cambio de enfoque, estamos juntas para ayudarnos y crecer y tan difícil por los miedos, inseguridades, bloqueos y faltas de confianza que nos han envuelto siempre.
Yo sinceramente, no me imagino mi vida sin las mujeres que quiero. Veo continuamente tanta lucha, tanta fuerza y tanto amor que saben dar, que me emociono solo de pensarlo. Las dificultades en la vida te hacen crecer, eso ya lo sabemos tod@s pero si además te sientes arropad@ en tus luchas, los progresos se multiplican. Los miedos bloquean la capacidad de querernos, de respetarnos y de confiarnos. Parte de nuestro reto como mujeres es eso, superar nuestros miedos, inseguridades y dependencias, realizarnos como seres integrales, con parte emociona y profesional. Sinceramente la parte más difícil, que en muchos casos es la emocional, la tenemos en gran parte resuelta, ya nos queda solo confiar en nuestros recursos y saltar al vacío. Nos sostenemos chicas, podemos y sabemos. Ahora queda que ellos vayan recorriendo también su camino, que el crecimiento vaya siendo paralelo y aprendamos también a querernos de otra manera, más libre, más respetuosa, más independiente y más hermosa. Yo estoy dispuesta a hacer el camino, a aprender y a dejarme guiar y vosotr@s??

Me resisto a finalizar este post sin mencionar a algunas de las mujeres de mi vida y darle las gracias por acompañarme y enseñarme tanto, a mi abuela Isabel por su coraje y fortaleza, a mi madre por su crecimiento y su lucha, a mi hermana por ser de las personas que más quiero en este mundo, a mi prima isa por enseñarme que las diferencias también unen, a mi amiga Mamen por su entrega, fidelidad y confianza, a Marian por nuestro viaje juntas, a Silvia por ser tal cual es, a mis tías Pilar y Nar por sus enseñanzas y confianza, a las Bolingas en general por el aprendizaje juntas y todos los momentos vividos, a Mari por verla florecer de esa manera y aprender con ella, a Vicky por escucharme y comprenderme, a Encarna y a Vane por sentiros cerca, a Annabelle por estar ahí y confiar…

(Otro día escribiré sobre los hombres de mi vida, que también me han dado mucho).

jueves, 9 de septiembre de 2010

El efecto mariposa


“El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo".

El tema del destino, de la libertad, del libre albedrío siempre me ha intrigado. Bueno, no sólo eso, muchas veces hasta me tortura. Me gustaría que alguien pudiera resolverme este enigma, saber si soy plenamente responsable de mis actos, o si la vida puede más que nosotros y en realidad el impacto de nuestras decisiones es mucho menor de lo que creemos. Si en las dificultades tengo que seguir luchando o simplemente son señales de que la situación no fluye y necesito cambiar de táctica. Si las cosas pasan porque sí o si alguien mueve los hilos o si esos hilos sólo los movemos nosotros…Vaya embrollo, hasta explicarlo me cuesta. Y entenderlo ni te digo…

Me gustan las pelis que tratan estos temas, me alegra que alguien intente posicionarse o al menos plantee la cuestión abiertamente. Me interesa mucho como van resolviendo el enigma, cómo plantean la disyuntiva o si al final se rinden y lo dejan abierto a merced del espectador. Me encanta ver a Bill Murray en ese peculiar hombre del tiempo viviendo una y otra vez el mismo día hasta que consigue cambiar, aprender y llegar allí donde se suponía. O aquellas puertas de metro a lo Gwyneth Paltrow que se abrían, y cerraban y según estuvieras dentro o fuera, te llevaban por carriles diferentes para llegar al mismo punto… En realidad a mi me gustaría que la vida fuera así, que fuéramos libres para hacernos de cada día lo que necesitamos pero que hubiera un punto al que llegar, que todo tiene un sentido, que caminamos para algo aunque a primera vista no esté muy claro. Que todos llegaremos pero hay que ir decidiendo el cómo y el cuándo.
Anoche ví "El efecto mariposa" Fuerte. Aquí plantea el tema de forma diferente ¿Y si cada pequeña decisión de nuestra vida nos va determinando hacia caminos realmente insospechados?, ¿y si un acto aparentemente tan banal como descolgar un teléfono pudiera realmente marcar el resto de nuestras vidas o cambiarlas para siempre? ¿y si realmente donde estás depende directamente de la forma de integrar todo lo que te ha ocurrido hasta ahora? Este pensamiento me hace sentirme un poco insegura, demasiado responsable, en vez de darme fuerza, de alguna forma me la quita, me obliga a replantearme cada paso que voy dando. La libertad absoluta es un concepto difícil de digerir, de gestionar. A mí sinceramente me aturulla. Necesito algo más, aunque sea mentira, que me ayude a soportar el tirón, a confiar plenamente en la vida. Si no ¿dónde nos queda la confianza? Eso es, confianza... cada día más y mejor, ese es mi tema de fondo, y el suyo?

jueves, 2 de septiembre de 2010

Hombres


Llevo años proponiéndomelo pero, por hache o por be (se escribe así no?), al final siempre me pueden. Sí, me pueden. Y eso que Michael (Brown) me lo ha dicho muchas veces. Necesitas conectarte contigo, encontrar esos espacios de soledad, mirar para dentro y no para fuera, dejar de buscar tu reflejo en la mirada del otro… pero no hay manera. Los hombres me persiguen. No me dejan, siempre con esa insistencia, esas ganas de cuidar, de halagarte, de hacerte feliz. Que si hoy me quieren llevar al cine, que si mañana una cenita, que si te apetece te monto un viaje sorpresa a Paris, que es muy romanticona. Y la verdad cada día estoy para menos tonterías. Que no, Daniel (Sánchez Arévalo) que no, que no tengo ganas de que me des masajitos en los pies mientras me analizas tus traumas infantiles de pijo atribulado. NO. Que no, Guille (Milkyway) que no, no me apetece pasar la noche contigo a la luz de las velas mientras me escribes un hit mirándome a los ojos. NO. Que no, Enrique (Iglesias), que no, que no quiero que me canturrees tu experiencia religiosa mientras me haces el amor al despertar. NO. Me niego. Y mirad que lo digo y lo cumplo. Y no me mandéis mensajitos para convencerme de lo contrario. Ya lo tengo decidido. No hay vuelta atrás. Esta noche ... por fin... duermo sola.

martes, 31 de agosto de 2010

Londres



Caminar por London es un placer, y si no llueve una maravilla. La ciudad es caprichosa y no se te ofrece así por así. Me parece bien. A veces hay que reservarse y sacar tu mejor cara en momentos puntuales y un día de sol en Londres es de esos placeres que sólo los aficionados y lugareños saben realmente disfrutar. A mi esta vez Londres me ha regalado 3 cuartos de día, no está mal, dada mi poca entrega y dedicación en estos últimos años.
En realidad, las grandes ciudades me desbordan un poco- lo reconozco. Admiro a esos que las habitan, las aman y las controlan, yo tengo la sensación de que no voy a poder interiorizarlas nunca, es como si fuera muy pequeñita y no me cupiera dentro. Me llevaría mucho tiempo aprender a recorrer todos sus rincones, reconocer todas esas sensaciones, impresiones y colores y aplicarlos a una misma ciudad. Se me escapan. Siempre tengo la sensación de quedarme corta, de haberme quedado en la superficie, de no haber llegado a la esencia. A lo mejor es que las grandes ciudades no tienen una sola esencia. Quizás sus ciudadanos las dividen y las van absorbiendo poco a poco con los años, eligen su fragancia favorita y la saborean hasta que les deja sedientos para luego saltar otro sabor. A lo mejor eso es lo que hacen.
En fin, el caso es que yo prefiero ciudades un poco más pequeñas, me siento más segura, más arropada, más tenida en cuenta. Sí, eso es, más tenida en cuenta. Callejear sola por Londres me gusta, llevarme a la deriva, seguir mi intuición y sorprenderme con las vistas. Pero también me apena. A medida de que van pasando las horas una especie de melancolía me va encogiendo el corazón. Al principio es casi imperceptible, de hecho ni siquiera me doy cuenta, camino y camino, miro, observo, siento y admiro. Pero la ciudad no responde. Me he convertido en una más en esa masa de multitudes que recorren sus calles. Ya no soy nadie y ese nadie somos todos. Todos juntos formando un bloque en el que las piezas no tienen importancia, nos hemos convertido en una maquinaria que camina en la dirección correcta, en el lado correcto y que espera el tren en el andén apropiado. La ciudad tiene el poder y ella impone sus normas. Te da mucho pero a cambio de casi todo. Tu alma en peligro de extinción.
Ahora entiendo por qué la gente lee tanto en el metro. O escuchan música. O aprovechan para estar sin hacer nada. Necesitan conectarse, recargarse, autoalimentarse. Y efectivamente nada como el arte y la cultura de bálsamo para el corazón. Quizás mirarnos también funcione, reconocernos presentes y devolvernos la imagen los unos a los otros, recordarnos que estamos aquí y ocupamos un espacio. Que somos y estamos…
Gracias.