Soy Mario, tengo 8 años, casi
9 porque los cumplo dentro de dos meses, el 21 de abril. A veces me da miedo ir
al cole. Bueno, en realidad ya no me da miedo, ahora me gusta ir, quiero decir
que antes me daba miedo. No sé a quién contarle mi historia, es un poco rara, así
que he pensado que la voy a escribir aquí en este cuaderno que me regaló mi tía
Susana el día de mi comunión, la voy a guardar y este verano, cuando vayamos a
Mazagón con los primos, sin que me vean, la voy a meter en una botella y la voy
a lanzar al mar. Así nadie sabrá quién la ha escrito y quien la lea seguro que
no conoce mi letra.
A mí me encantaría encontrarme una botella en la playa con
un mensaje dentro, la leería y la guardaría para siempre en la caja de los
tesoros, sería el mejor, junto con la pipa del abuelo, claro. Nadie sabe que la
tengo yo, la cogí cuando se le cayó del bolsillo camino de la ambulancia, yo la
recogí, le apreté la mano para dársela pero el abuelo me agarró tan fuerte que
ya no se la quise soltar más. Luego se la llevé un día al hospital pero no se
la quería dar delante de mi madre, ella se pone muy pesada con eso de que no
fume. Al final no se la pude devolver nunca más y me la he quedado yo, es
genial porque cuando abro la caja huele como cuando el abuelo se metía en
el baño a fumar y me río un rato.
A mí me gusta tener secretos, sobre todo de
esos que no se puede enterar mi madre, a ella las aventuras no le gustan,
siempre teme que me pase algo a mí, a mi hermanas, a mi padre y antes al
abuelo. Es como la guardiana de la familia pero en plan aburrido, con ella todo
es siempre igual y casi no se ríe nunca, bueno sí, cuando vamos al teatro
infantil los domingos por la mañana. Por eso nunca le he contado lo del cole,
no quiero que se preocupe ni se lo cuente a mi padre porque yo con mi padre no
hablo mucho, con quien mejor me llevo es con mi tío Antonio, cuando vamos de
paseo siempre me lleva a hombros y también hacemos el molinillo, nos agarramos
fuerte de los brazos, juntamos las piernas y damos vueltas y vueltas hasta que
casi nos caemos, me parto de risa. Mi tío Antonio tiene pecas como yo, pero a
él le quedan mejor porque es más alto, y además dice que soy su sobrino
favorito, me lo dice siempre despacito y al oído. A mi tío también le encantan
los secretos, eso creo que lo he sacado de él. A mí me gustaría contarle el
mío, pero me da miedo que se impresione y no quiera hacer más el molinillo.
Total que escribo mi historia aquí y para que alguien la encuentre en un puerto
lejano, un marinero que viva en un barco y viaje por todo el mundo por ejemplo.
Eso estaría guay.
En mi cole hay dos niños,
Jose y David que también van a mi clase, antes se sentaban detrás, porque se
apellidan Velasco y Zúñiga, pero la tutora los cambió delante, porque siempre
estaban montando el lío en clase, sobre todo con la de inglés, que es un poco
sosa, uno lo puso en mi fila y a Zúñiga que tiene gafas y no ve
bien en la primera fila. Así acabé al lado de Jose y detrás de David. Al
principio bien, pero cuando se ponen a hablar estoy yo siempre en medio y un
día Maribel, la tutora, les dijo que se callaran porque me podían molestar. A
mí cae muy bien Maribel, es muy simpática y casi siempre está de buen humor y
no quiero que me regañe ni nada de eso, además me gusta cómo me sonríe cuando
ve que estoy atento a todo lo que dice. Yo soy buen estudiante y saco buenas
notas, no me cuesta mucho y mis padres se ponen muy contentos, ese día nos
vamos en familia a tomar helados a la plaza, antes venía también el abuelo, su
helado favorito es el de ron con pasas pero yo no lo puedo pedir por lo del
ron.
Eso que dijo la profe de que
me podían molestar no les sentó muy bien a Jose y a David, dicen que soy el
mimado de Maribel y a la salida del cole me esperaron en la puerta y me siguieron un rato a casa. Me iban llamando
pecoso, niñato y empollón de mierda. A mí me entró un poco de miedo y salí a
correr, no paré hasta que llegué a casa. Al día siguiente, en clase, me dijeron
que si se las cargaban otra vez por mi culpa, me iba a enterar y entre dientes
seguían con lo de pecoso y empollón. Cuando sonaba el timbre, salía corriendo
el primero y no paraba hasta llegar a casa. Después empezaron con lo de
gallinita clueca y tenían razón porque estaba asustado todo el día hasta que llegaba a casa.
Un día Maribel me llamó al
final de clase y me preguntó si me pasaba algo, que estaba muy serio en clase y
que ya no levantaba la mano. Yo disimulé y le dije que es que estaba más
cansado y un poco triste por lo de mi abuelo, Maribel me dio un abrazo tan
largo que casi me echo a llorar, ya no sé si por lo de Zúñiga y Velasco o
porque me acordé del olor de la pipa.
El caso es que ese día fue
el peor, como salí más tarde ya me estaban esperando, que si pelota, empollón,
yo me puse a dar codazos para poder pasar, le di a Zúñiga y se le cayeron las
gafas. Eché a correr pero esta vez oía sus pasos muy cerca , apreté el ritmo
todo lo que pude, el corazón me iba a mil por hora y sentía miedo de verdad. Entonces
me acordé de aquella historia que me había contado Maribel en clase, a ella le
gusta contarnos cuentos para terminar el cole, hubo una que me gustó mucho,
casi se me cae una lagrimita y todo, la del
niño agobiado al que le salieron alas porque quería volar libre; también me
acordé de mi abuelo, de su pipa, de la ambulancia, de su mano agarrando la mía,
de las pecas de mi tío Antonio y con todo eso salté. Salté con todas mis fuerzas y conseguí elevarme,
moví los brazos que se me ensancharon, el pecho me creció y los dedos se me
alargaron y así moviéndome, como en la piscina me mantuve en el aire. Me daba
la brisa en la cara y me sentía ligero y feliz, miré hacia abajo y vi a Zúñiga
como me buscaba, seguía corriendo pero no me localizaba. Así estuve un rato,
qué pequeño se ve todo desde arriba, cuántos colores, brillos y qué feas son las terrazas de los edificios. Cuando todo se
quedó despejado fui planeando despacito
hasta el suelo y con precaución de que no me viera nadie aterricé en el
parque al lado de mi casa. Ese día regresé a casa por primera vez sonriendo y
le di un beso enorme a mi madre.
Desde entonces muchas noches
sueño que vuelo, me siento ligero y disfruto viendo montañas, ríos y valles
verdes. Ya no le tengo miedo a David y Jose porque sé que tengo superpoderes.
No los he vuelto a utilizar porque no me ha hecho falta, al día siguiente les
miré y les dije que al próximo insulto les rompo las gafas de verdad y le
cuento a la sosa de inglés y a Maribel toda la verdad.
Ahora va lo importante de
esta carta, necesito encontrar más personas con superpoderes como yo, así podemos montar un club. Si has encontrado
esta carta en la botella y tienes algún
superpoder o sabes de alguien que lo tenga, por favor llama a este número
679005361 y pregunta por Mario. Es el número de mi madre, a mi no me dejan
tener móvil, ella seguro que te hace un interrogatorio, pero lo importante es
que no le digas nada ni de la carta, ni de la botella ni de los superpoderes, solo
dile que eres un amigo del cole, este será también nuestro secreto.